Entender y aceptar el
enfoque de la movilidad como una variable importante en la generación de las
ciudades, nos obliga a aceptar la diferencia entre el concepto antiguo de
transporte – que implica un dispendio de energía, y por lo tanto la creación de
infraestructura especializada para tratar de abaratar el costo del viaje -, con
el nuevo concepto de movilidad, que supone atención a formas autónomas de
desplazamiento, nuevas ofertas de desplazamiento, y gestión del gaste
energético y espacial en la ciudad. Así, podemos entender que la movilidad es
la expresión de un derecho de los ciudadanos en el que descansa la realización
de gran parte de sus necesidades de conexión.
Como ya hemos visto, el
enfoque de transporte, nos lleva siempre a la creación de nuevas
infraestructuras en la ciudad, que generan un gasto energético, además de la
relación entre motorización e incremento de espacio viario lleva a un círculo
vicioso en donde la dependencia del automóvil implica además de costos
energéticos, costos sociales, ya que implica una pérdida de autonomía en el
desplazamiento urbano y una exclusión de los ciudadanos que no cuentan con un
automóvil para su desplazamiento. Es por esto, que el enfoque de la movilidad,
al incorporar diferentes formas de desplazamiento urbano, logra generar un
mejor ejercicio de la democracia y del derecho a la conexión por parte de los
ciudadanos.
De esta forma, podemos
ver que la movilidad termina siendo una efectiva arma de sostenibilidad urbana,
desde las tres calificaciones de la sostenibilidad en la ciudad que abarca la
justicia social, el dispendio de energía, y el grado de contaminación ambiental.
En innegable entonces, la necesidad de replantear la planificación de las
ciudades, a partir del concepto de movilidad, buscando darle preferencias a los
desplazamiento no motorizados y autónomos, pensando incluso que uno de los
aspectos más importantes de la eficacia de los sistemas de transporte, radica
en la sincronización y rapidez del engrane entre los distintos modos de viaje y
la calle misma, que de forma unánime se da en un sentido no motorizado.
Como consecuencia de un
entendimiento del concepto de movilidad sobre el de transporte, podríamos
identificar algunas alteraciones en el modelo social, como serían por ejemplo
el incremento del trabajo autónomo y la diversificación de los lugares de
trabajo; la tendencia al equilibrio en la distribución de los desplazamientos a
lo largo del día, la tendencia a la utilización del vehículo privado sólo para
eventualidades o fines de semana, no para el desplazamiento cotidiano; el
encarecimiento del uso del vehículo privado; y la generación de una mayor conciencia
social sobre los costos energéticos y medioambientales.
Sin embargo, adoptar
este nuevo enfoque supone entender algunas variables de las formas de
desplazamiento en las ciudades, para poder plantear un sistema de movilidad
coherente:
- La forma urbana, su expansión y su poder productivo, depende directamente de la extensión y forma de sus redes de infraestructura.
- El tipo y cantidad de desplazamientos que se producen en una ciudad dependen de su desarrollo económico y de su idiosincrasia cultural, pero la expresión espacial de las diferentes formas de desplazamiento, está referida a la localización de sus diferentes actividades sobre el territorio.
- Ya que la expresión de los flujos depende de la localización de las actividades en el territorio, y esta es producto de la forma y extensión de las redes de infraestructura, se concluye que éstas tienen una enorme influencia en la expresión espacial que adopte la movilidad.
Todo esto, supone una
necesaria atención a las infraestructuras de la movilidad, que no es otra cosa más
que la sumatoria de las calles de una ciudad y sus redes especializadas de
transporte. Así, la gestión de la movilidad urbana radica en el nivel de
adaptación a estos nuevos sistemas de desplazamiento, y a la capacidad de
gobierno del espacio público urbano. Comprender estos conceptos, nos lleva a
pensar que:
- Todas las formas de desplazamiento son importantes en la ciudad, y por lo tanto todas merecen atención. La atención excesiva de las formas de desplazamiento que ocupan más espacio, lleva a la marginación de otros modos de desplazamiento.
- La inexistencia de espacios adaptados a los requerimientos de las formas más normales y autónomas de desplazamiento en distancias cortas, repercute en la imposibilidad de desplazamiento para grandes capas de la población.
- Las políticas de dar preferencia a determinadas formas de movilidad en áreas determinadas de la ciudad, sólo será efectivas si se integran a una visión global de movilidad en la ciudad, contemplando las diversas redes de infraestructura y desplazamientos.
- Esta integración de los diferentes modos de desplazamiento urbano, consiste en la aceptación de que no todos los modos de desplazamiento tienen la misma eficacia según sus motivaciones, distancias y condiciones en que se dan.
La movilidad como generadora de ciudad, Sevilla, España.
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