domingo, 8 de septiembre de 2013

08 SITUACIÓN ACTUAL DEL TRANSPORTE EN LIMA


La importancia de trabajar desde un enfoque de movilidad, es la de entender que los sistemas autónomos de desplazamiento más vulnerables (peatón y ciclista), son a quienes se debe atender primero, por lo que las implementaciones urbanas debería estar enfocadas en la creación de veredas y ciclovías, por encima de la creación de pistas, autopistas y vías expresas[1]. A pesar de esto, nos encontramos en una realidad en donde los enfoques de desplazamiento se ven dominados por la idea de transporte, pensando en la construcción de más vías vehiculares, con la necesaria implementación de sistemas de transporte público masivo.

Así, el problema actual de transporte en la ciudad de Lima, radica en la preferencia que se le da al vehículo motorizado (ya sea público o privado), y esto se debe a una gran demanda de desplazamientos que se dan en una ciudad tan extensa pero además centralizada. Según el Plan Maestro de Transporte Urbano para Lima y Callao, en nuestra ciudad contamos con un total de 16.5 millones de viajes diarios, en donde el uso de buses de transporte público representa el 51.5% del total de viajes. Seguidamente, tenemos a los viajes peatonales, que se incrementan en las zonas más pobres de la ciudad, y representan el 25.4% del total de viajes. Estas dos cifras, nos indican que las prioridades de transporte en la ciudad de Lima, están dominadas por los buses del transporte público y por los viajes peatonales, relegando a los desplazamientos en vehículos particulares (11.2%) y taxis (5.5%) como formas no mayoritarias de moverse por la ciudad.

Estas estadísticas demuestran el tremendo poder que tienen los operadores de buses, coasters y combis, y es algo que se puede constatar en los paros de transportistas. Lamentablemente, al ser este tipo de transporte un sistema privado que brinda un servicio público, se le otorga a los conductores y cobradores un poder político que evita muchas veces las reformas de transporte que proponen las autoridades. De esta manera, desde que en el año 1991 se liberalizó el transporte como alternativa de los desempleos generados por las privatizaciones, el problema del transporte ha escapado de la mano de las autoridades y siempre ha sido un tema delicado en el manejo de la ciudad.

En nuestra ciudad, el transporte público funciona de la siguiente manera: existe unas empresas, que alquilan cupos a los dueños de unidades motorizadas, y estos a su vez alquilan sus unidades a choferes y cobradores. Este esquema de pirámides, lo que genera es una estructura de comisiones, en donde las responsabilidades se diluyen y se perjudican a los usuarios, pero también a los choferes y cobradores. Éstos últimos, al tener muy malas condiciones laborales (horarios extendidos, sueldo variable, sin aporte a pensión o seguros médicos), sumados a una deficiente infraestructura de la ciudad (vías en mal estado, paraderos informales, reglas incumplidas y la tremenda extensión urbana) se combinan para determinar el comportamiento de los choferes. Para estas personas, la manera de afrontar el tránsito y la vida urbana no es una decisión, es casi una obligación.

Este fenómeno denominado la ¨guerra del centavo¨, en donde los choferes y cobradores actúan de forma desordenada y temeraria para poder ganar la mayor cantidad de pasajeros, porque únicamente de eso dependerá el sustento económico con el que cuentan. Como vemos, el actual sistema de transporte carece de un servicio efectivo para los usuarios, así como ofrece deficientes condiciones laborales para los choferes y cobradores. Como respuesta a esto, las autoridades buscan implementar el reordenamiento de transporte público, siendo sobre todo, un tema social más que técnico.

La propuesta de reordenamiento, consiste en la aparición de un Bus Patrón, el fondo para chatarreo, y la racionalización de rutas. Estas acciones, buscarían una uniformización tanto en la administración del transporte público, como la homogenización de la señalética y formas de comunicación del transporte con los ciudadanos. Si esto además, se convierte en un sistema de transporte masivo que logre movilizar a una cantidad mayor de personas en rutas diferenciadas (es decir el Metropolitano y el Metro), podremos ver que se dan cambios positivos tanto para los usuarios como para los trabajadores de transporte.

Analizando la cantidad y tipos de viaje que se realizan en Lima, vemos que del total de viajes que se realizan diariamente en la ciudad, el 74.1 por ciento se hace a través de medios motorizados y el 25.9, por ciento restante a pie (25.4 por ciento) o en bicicleta (0.5 por ciento). Entre los viajes que se hacen mediante transporte motorizado (12.1 millones), los que se hacen en transporte público representan la mayor parte (77.3 por ciento), seguido por los automóviles privados (15.3 por ciento) y los taxis (7.4 por ciento). Por lo tanto, pensar en un sistema integrado de transporte público es apuntar a buscar soluciones que satisfagan a la mayoría de la población limeña.

Además, la necesidad de ir a trabajar (30.5 por ciento) o a estudiar (26.2 por ciento) suman el 56.7 por ciento del total de viajes de la población limeña. Esto, nos habla de una necesidad de mejora de la cotidianidad de los viajes, en donde la movilidad nos indica que debe ser solucionado mediante el transporte público integrado, dejando sólo los viajes en vehículos privados para las actividades esporádicas y los sistemas autónomos no motorizados para las actividades cercanas.

Enfocando el problema desde el punto de vista económico, vemos que la relación entre pobreza y transporte es importante, pues se ha demostrado que mientras menos ingresos cuente la persona, sus opciones de movilidad disminuyen; además, es en los sectores más pobres donde se da la mayor proporción de viajes que se realiza a pie. La mayoría de las personas cuyos ingresos son menores a S/. 600 optan por caminar más, y aquellas que ganan hasta S/. 1500 utilizan más el transporte público de buses. En el otro extremo, aquellas que ganan más de S/. 3000 suelen utilizar el vehículo privado o el taxi como principal medio de transporte. Por lo tanto, optar por un enfoque de movilidad con sistemas de transporte públicos integrados, que además integren las tarifas y permitan hacer transbordos sin pagar más (no como en el sistema de buses actuales), no sólo reduciría el tiempo de viaje, sino que además podría reducir los costos de desplazamiento que implican el moverse en una ciudad extenso como es Lima. Las ventajas que presenta el enfoque de la movilidad, desde un punto de vista técnico son claramente visibles a comparación de las condiciones actuales de transporte en la ciudad.

Los efectos y externalidades del actual sistema de transporte de Lima son temibles: altos niveles de congestión (la velocidad de viaje es de 10 kilómetros por hora o menos en las principales avenidas de la ciudad durante la hora punta), desperdicio de horas-hombre y pérdidas económicas que representan el 1.5 por ciento del PBI; es decir, más de US$ 800 millones. Definitivamente, un enfoque de movilidad sostenible es no sólo necesario, sino también vital para el momento por el que está atravesando nuestra capital en la actualidad. La calidad de vida de los habitantes mejoraría si el tiempo que invierten en trasladarse de un lugar a otro fuera menor, el tiempo promedio de los viajes en bus es de 44.7 minutos, que puede extenderse a 75 y 90 minutos si el viaje se inicia en algunas zonas de la periferia de la ciudad.

Sin embargo, las variables mencionadas anteriormente se están trabajando en la actualidad, apostando un sistema de transporte integral, que ya se ve en el Metropolitano en su recorrido norte sur, el Tren Eléctrico, la implementación de la Línea 2 del Metro de Lima, el proyecto Vía Parque Rímac, la adquisición del Bus Patrón, etc. Al tratarse de una ciudad tan diversa y específica como podría ser Lima, la propuesta de enfoque de movilidad, debería abordar no solamente las variables técnicas (en las que ya se trabaja y dependen más de desarrollos políticos y sociales), sino que se debería asumir el proyecto de movilidad como una solución conceptual y teórica desde el punto de vista urbano, que logre reunir las cualidades que se han determinado como exitosas en otras ciudades latinoamericanas, entendiendo que a pesar de su especificidad, la condición de ciudad en desarrollo, puede ser compartida por otras ciudades cercanas como Buenos Aires, Santiago, Curitiba, Medellín o Bogotá.

Así, pensar en movilidad no sólo determina una eficiencia técnica en la reducción del costo de viaje, disminución del tiempo de desplazamiento y ordenamiento del sistema de transporte, sino que se debe pensar como algo adicional, que logre ayudar a la vida que se da en la ciudad. Finalmente, podemos decir que la ciudad es prioritariamente para los peatones, en primer lugar, porque es la calle el espacio público por excelencia, y además porque son ellos los principales actores urbanos.

Si bien en las estadísticas presentadas anteriormente, vemos que la cantidad de viajes realizados a pie o en bicicleta representan el 25.4% de los viajes diarios en la ciudad, no debemos olvidar que el transporte público, si bien determina un recorrido dentro de un vehículo, invariablemente tiene un componente de peatonalización al abordar y abandonar los sistemas de transporte masivo. Si entendemos que estos viajes representan el 51.5% de viajes en la ciudad, vemos que existe un 76.9% de viajeros en algún momento se convierten en peatones y se relacionan con la ciudad a partir de las calles y los espacios públicos dentro de una rutina cotidiana.

En definitiva, el enfoque de la movilidad tiene, necesariamente, que responder a características peatonales, ya que los usuarios de la ciudad con mayoritariamente peatones, y por lo tanto, es importante determinar las condiciones que son externas a las variables técnicas, y enfocarse en ellas desde un punto de vista arquitectónico, porque finalmente es el movimiento entre los edificios, como diría Jan Gehl (y al que podríamos añadir entre sistemas de transporte público), el que define las características de una ciudad y repercute directamente en la calidad de vida urbana que se quiere tener.

Es por esto, que la investigación que se plantea desarrollar, no trata de resolver un problema técnico, pero que definitivamente ve necesario su abordaje desde las políticas de reforma de transporte que se vienen tomando, sino más bien plantea un enfoque externo, que reconoce y aprovecha la necesidad de un sistema de transporte integrado, para lograr determinar nuevas maneras de aproximarse a la ciudad, desde el punto de vista del peatón. Definitivamente, los sistemas de transporte masivo que se han implementado y que se continúan construyendo, tendrás grandes ventajas en cuanto a las estadísticas del tráfico en la ciudad, pero también debemos pensar que estas ventajas podrían extenderse a las condiciones tácitas y casi invisibles que representan ser un ciudadano.
Entender que la movilidad es una condición inherente al ser humano que habita en las ciudades, es entender el potencial que tiene esta variable como herramienta de habitabilidad en las urbes, de comunicación social, de educación, y además, de generadora de nuevas dinámicas, nuevos centros y nuevas posibilidades para una ciudad en crecimiento como es Lima. Para eso, es importante responder no sólo desde el lado técnico, sino desde los enfoques que se proponen para una movilidad efectiva.


Imágenes típicas del tráfico en la ciudad de Lima











[1] En este tema, se podría revisar el caso de la ciudad de Bogotá, bajo la gestión del alcalde Enrique Peñaloza, en donde se prioriza la inversion públicas en la creación de veredas y ciclovías, y se deja en Segundo plano la pavimentación de pistas y creación de estacionamientos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario